Alemania, un país virtuoso en muchos aspectos industriales, económicos, financieros y sociales, vive con un grave problema en cuanto a sus residuos plásticos.

De hecho, exporta cada año alrededor de un millón de toneladas de residuos plásticos por un valor de unos 254 millones de euros, siendo el mayor exportador de Europa, con alrededor de 1,5 millones de toneladas de este tipo de residuos enviadas al extranjero.

Hasta 2018, China era el principal cliente de estos residuos y también era una forma cómoda de limpiar la propia casa. Pero desde esa fecha, sin embargo, la República Popular ha prohibido la importación de ciertos materiales procedentes de sistemas de recogida urbanos e industriales, incluidos los residuos plásticos sin clasificar.

Alemania, como muchos otros países del mundo, ha buscado nuevos puertos de escala para este tipo de residuos, encontrando Malasia dispuesta a recibirlos , alcanzando así el 17% de las exportaciones alemanas.

Sin embargo, últimamente Malasia también está vigilando más atentamente la mezcla de estos residuos, empezando a rechazar algunos barcos tras las inspecciones. En 2019, por ejemplo, el país devolvió aproximadamente 4.000 toneladas de residuos plásticos a sus países de origen.

Por eso, Alemania también busca constantemente nuevos mercados para los residuos plásticos que no quiere reciclar en su propio país y, sorprendentemente, ha encontrado una solución cerca de casa. De hecho, los Países Bajos recogen alrededor del 15% de los residuos alemanes con unos costes logísticos mucho más cómodos que enviarlos al Lejano Oriente.

En una comparación entre los países de la Unión Europea, Alemania es, con diferencia, el mayor exportador con más de un millón de toneladas de residuos plásticos , seguida de Bélgica (476.100 toneladas), los Países Bajos (389.900 toneladas), Francia (385.600 toneladas) e Italia (206.100 toneladas). .

En materia de reciclaje todavía hay mucho margen de mejora: según datos de la Oficina Federal Alemana, sólo una fracción de los residuos recogidos en Alemania se destina a la incineración y recuperación.

De hecho, en 2019 se recogieron 38 millones de toneladas de residuos mediante recogida selectiva, una media de 457 kilogramos de residuos domésticos per cápita y, según la autoridad competente, sólo un tercio se recicla o incinera.

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