El colchón nos acompaña desde hace años durante nuestras noches, es un compañero fiel y confortable dentro de nuestro hogar.

Cuando lo compramos no nos importaba, en detalle, cómo estaba hecho, sino que nos sentábamos o nos acostábamos para decidir si era cómodo o no.

Como todo producto, el colchón también tiene una vida útil y, una vez que se acaba, se repone, pasándolo de nuestro compañero de piso a la basura.

Sí, me niego. Un desecho compuesto por plástico, tela, metales, espumas, acolchados diversos que lo convierten en un gran recurso de materias primas pero que, aún hoy, muchas veces termina incinerado o en vertederos.

Aunque la normativa habla claramente en términos de reciclaje y, a pesar de los enormes volúmenes anuales de reposición de los colchones, que generan alrededor de 5 millones de piezas al año solo en Italia, la circularidad del producto sigue siendo muy pobre.

El colchón contiene materias primas que son ciertamente recuperables en las industrias de tejidos, metales y plásticos a través de la recuperación de poliuretano y espumas.

Entonces, técnicamente, el reciclaje casi completo de los productos es posible, pero lo que falta hoy, de manera generalizada, es el traslado del colchón en un cadena de suministro dedicada y las actividades industriales de la separación de componentes.

Además, la industria debe diseñar y fabricar colchones cuyos componentes puedan, en el futuro, proporcionar un reciclaje simple y completo al menor costo posible.

De cara al reciclaje de este tipo de productos, cabe destacar el interesante acuerdo entre Basf y Neveon, que tiene como objetivo el reciclaje químico del colchón al final de su vida.

Este acuerdo tiene como objetivo mejorar la circularidad de los productos, estudiando cómo aumentar la reciclabilidad de los componentes individuales.

Las espumas que se encuentran en el interior de los colchones que ahora se han convertido en residuos, son objeto del estudio para el reciclado químico del poliuretano que, según las intenciones de Basf, volvería a regenerar una nueva materia prima para producir nuevas espumas de poliuretano.

Mediante el proceso de reciclado químico, la materia prima resultante es perfectamente comparable, desde el punto de vista cualitativo, a una virgen de origen petroquímico, con una enorme ventaja de reducción de residuos e impacto ambiental.

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